y salió corriendo lo más rápido que pudo en dirección al bosque, donde se podría esconder. Empezó a corretear entre los tan conocidos arboles, por los que muchas veces había corrido en su juventud, cuando James Potter todavía confiaba incondicionalmente en el, y cuando Sirius Black y Remus Lupin lo defendían con su vida. Extrañaba mucho esos momentos, en donde se sentía seguro junto a las personas que más había querido en su vida. Pero lo echó todo a perder cuando los traicionó, y ya no podía hacer nada, porque gracias a el había muerto Lily, y eso no se lo perdonarían jamás. Siguió corriendo por el bosque, con la intención de salir de los límites del colegio y poder desaparecerse. ¿que haría ahora? ni el mismo lo sabía. Había escuchado que el Señor Tenebroso se había alzado de nuevo, así que lo mejor que podría hacer sería unirse al el para estar seguro. Se detuvo en un arbusto, donde desde pequeño había sacado unas moras, unas moras tan deliciosas que en las lunas llenas, cuando eran jóvenes, todos se sentaban en su forma animaga a comer ahí. Sacó unas cuantas y, en su forma de ratón, se las comió. En eso, escuchó un ruido que lo asustó más que ninguno:pasos. ¿y si Sirius o James lo estaban buscando?. Se escondió en el arbusto y observó a Snape, caminar por el bosque, mientras refunfuñaba:
-te atraparé Potter... te atraparé.
/lo unico que te llevarás será una buena mordida por parte de Remus y Sirius y las astas de James en tu trasero-pensó Peter con diversión-yo que tu corro, Quejicus/
Snape, se había quedado en la casa de los gritos, estupefacto, pero ahora había salido en busca de James Potter.
Peter siguió caminando, sin prestarle atención a Snape, que siguió caminando hacia un lugar distinto que el de la rata. Entonces, detrás suyo, apareció un hombre lobo, que el conocía muy bien, Remus Lupin. Remus, al mirar a la rata, la reconoció al instante.
/ahora no te vas a escapar rata asquerosa-pensó Remus con malicia/
Siguió a Peter sigilosamente por detrás, sin que la rata se diera cuenta, y, cuando estaba a punto de salir de los límites del colegio, la agarró por la espalda con los dientes. Peter comenzó a chillar como loco, pero Remus no le hizo caso, y lo llevó a donde James y Sirius se habían sentado a comer moras de ese arbusto que tanto les gustaba. Dejó a la rata en medio del perro y el ciervo, los cuales la retuvieron y, Sirius, incandole un diente en la espalda, lo dejó inconsciente. Y siguieron con su noche Merodeadora, conscientes de que al otro día tendrían que afrontar a esa pequeña rata que estaba frente a ellos.
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