-no es diabetes.
James, impresionado por las palabras de Alissa, contestó:
-¿como lo sabes?
-¿la verdad?... no lo se... solo se que lo se, ¿se entiende?-preguntó mirando con cara confusa.
-creo que si...-respondió James, haciéndose el entendido, aunque realmente no había entendido una palabra de lo que había dicho Alissa.
-mentira
-bueno, si... no entendí nada de lo que dijiste.
-es... no se... instinto maternal, por así decirlo... pero estoy segura que no es diabetes.
-hablemos con Dumbledore... creo que el te podría entender mejor que yo.
James y Alissa se levantaron, todavía tomados de la mano, y se dirigieron a las sillas que tenían enfrente suyo, al otro lado del pasillo, donde Dumbledore y McGonagall conversaban gravemente.
-pero Minerva... Harry no va a poder inyectarse solo por los primeros meses, tienes que entenderlo, va a ser difícil para el...-decía Dumbledore, con una voz que denotaba que se estaba empezando a enojar.
-¡Albus! ¡no le puede pedir a cada profesor de la escuela que inyecte a Potter solo porque el no sabe hacerlo! ¡tiene que aprender y punto!-contestó la profesora McGonagall, que estaba todavía más enojada que Dumbledore.
-¿profesor Dumbledore?-interrumpió James.
Dumbledore, que parecía feliz de tener un motivo por el cual tener que dejar la pelea, contesto con una gran sonrisa:
-¿si James? ¿en que puedo ayudarte?
-es que... Alissa, explícale tu... yo no entendí nada de lo que me dijiste...
-profesor, tal vez suene raro lo que le voy a decir... pero creo que Harry no tiene diabetes, de hecho, estoy segura de que Harry no tiene diabetes...
-¿y en que te basas para decir eso?-preguntó, muy acaloradamente, la profesora McGonagall-¿acaso eres sanadora? ¿tienes experiencia en la medicina?
-Minerva, cálmate por favor-intervino Dumbledore haciendo un ademán de impaciencia.-¿por que dices eso?
-no lo se... es como... instinto maternal por así decirlo...-contestó Alissa, sorprendida por la reacción de la profesora McGonagall-estoy segura de que no es diabetes...
-¿instinto maternal?... a veces el instinto maternal puede ser muy certero, pero creo que no deberíamos arriesgar a Harry por un instinto maternal... ¿que dices James?
-no se que pensar profesor... por una parte, no sería prudente arriesgar a Harry, pero por otra parte, Alissa puede tener razón y ahí de igual manera estaríamos arriesgando a Harry, si le dan remedios para la diabetes y el no tiene esa enfermedad.
-tienes razón James...-contestó Dumbledore, asintiendo con la cabeza-pero por ahora aferrémonos a lo que dicen los sanadores.
James y Alissa volvieron a sus asientos, se sentaron y se quedaron callados por unos segundos, hasta que de repente, la mano de Alissa, que seguía entrelazada con la de James, se apretó fuerte mente, sobresaltando al cuatro ojos, que inmediatamente preguntó:
-Alissa, ¿que pasa?
-va a pasar algo
-¿como?
-va a pasar algo... James, ve por Harry
-¿que?
-¡ve por Harry!
James se levantó, obediente, y se dirigió a la puerta del niño, pero antes de que siquiera pudiera tocar el pomo de la puerta, las luces se apagaron. James se quedó quieto, agudizando el oído para ver si escuchaba algún sonido. Entonces, fue cuando escucho un grito, un grito desgarrador y lleno de dolor, y solo cuando terminó, fue que se dio cuenta de que ese grito era perteneciente a su hijo. Desesperado, James tanteó en la oscuridad en busca del pomo de la puerta. Cuando lo encontró, entró rápidamente y empezó a tantear para encontrar la cama de su hijo.
-¡Harry! ¡Harry!-gritaba desesperado.
-que adorable...-dijo una voz, una voz que James no había oído hacía mucho tiempo, una voz fría y siseante, que imitaba mucho el sonido que hacían las serpientes, era Lord Voldemort- el padre preocupado esta aquí para salvar a su hijo...
-¡Voldemort! ¡Enciende la luz maldita serpiente asquerosa!
-si así lo quieres...
La luz se encendió y James pudo vislumbrar a Voldemort, parado junto a la cama de su hijo, y a Harry, mirando con cara aterrorizada a la "serpiente asquerosa".
-eh vuelto... ya nadie va a poder escapar de mi...-y después de una risa malvada, desapareció.
Justo en ese minuto, entraron Dumbledore y Alissa por la puerta.
-¡James! ¿que sucedió?-preguntó Dumbledore, muy agitado.
-Voldemort volvió, acaba de estar aquí...-contesto James, que tenía a Harry abrazado fuertemente con el pecho.
-tenías razón Alissa, Harry no tiene diabetes.-comentó Dumbledore, después de acercarse a Harry y ponerle una mano en la frente.
-¿entonces que tiene?-preguntó James.
-la vuelta de Voldemort debió de haberlo afectado, haciéndolo tener mas hambre y sed, y adelgazar más.
-¿como...-comenzó James.
-tu como yo sabemos que Harry y Voldemort están unidos por una maldición mal lograda. Ahora se explica todo perfectamente.
-que bien, por lo menos hay algo bueno en todo esto... Harry no tiene diabetes...
-de hecho, ahora que lo pienso, no tengo hambre...-sonrió Harry.
Todos rieron, excepto Alissa, que miraba a James y a Harry con preocupación.
-¿que ocurre Alissa?-preguntó James.
-que... ahora tu y Harry están en peligro.
-si... pero tu nos podrás proteger...
-¿yo que...
-Alissa, ¿quieres ser mi novia?
Alissa, impresionada por la pregunta, se abalanzó a las brazos de James y dijo:
-¡si! ¡claro que si James!
-que bien, ahora me siento seguro-susurró James, y después le dio un beso como no lo había dado en mucho tiempo.
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