martes, 8 de abril de 2014

cap:19:reencuentro con Quejicus.

James, Remus y Dumbledore, estaban sentados fuera de la habitación de Harry, esperando noticias del chico, en el caso de Dumbledore, y que los dejaran entrar a verlo, en el caso de James y Remus. James estaba desesperado, un anciano sanador había entrado en la habitación de su hijo, y había salido con muy mala cara, y murmurando (muy audiblemente) que tal vez Harry no viviera. Su hijo no podía morir... simplemente era imposible. La muerte de Harry significarían muchas cosas para James; una, perdería su única razón para vivir, dos, le fallaría a Lily, que había dado su vida para salvar al pequeño, y tres... la verdad es que... no hay razones para que un niño muera en este mundo... no existen razones suficientes para que un pequeño, de solo 13 años, que acababa de recuperar a su padre... muera... no se puede... es una maldad. James, que estaba sentado junto a Remus, se tapó la cara con las manos, y sin poder aguantar mas, comenzó a llorar amargamente. Remus, al ver así a su amigo, no pudo evitar que le cayeran algunas lágrimas por el rostro. Abrazó a su amigo por el hombro y habló en voz baja, para que solo James pudiera escucharlo:
-amigo... Harry va a estar bien... te lo prometo... es un niño muy fuerte, y un ataque de mortífagos no puede acabar con el, créeme. Llevo prácticamente un año siendo su profesor y me eh dado cuenta de que es un niño de armas tomar.
-no... no puede morir Lunático... n-no puede...-sollozó James, desesperado- es t-tan pe-pequeño... le que-queda mu-mucho por vi-vivir.
-lo se James... lo se... por eso se que no va a morir.-concluyó Remus. James, sin más, se apoyó en el hombro de Remus, y empezó a descargar todo su llanto sobre el. Remus, que no sabía que hacer ante la desesperación de un padre, solo atinó a acariciarle el pelo. Pasaron 2 horas, por lo que le pareció a James, cuando se oyó la voz de Dumbledore, que había ido al colegio a dar unas instrucciones a la profesora McGonagall, mientras se ausentaba; pero no venía solo, se escuchaba otra voz cerca de ellos, una voz menos amigable, mas fría y que en ese minuto hablaba con tono burlón. James aguzó el oído para escuchar lo que esa voz decía:
-¡ja! ¿y usted quiere que YO ayude a Potter después de como me hizo sufrir cuando era niño? lo siento señor, pero no lo haré
-no te estoy pidiendo que ayudes a James, sino a Harry, que no te ah hecho nada.
-es el hijo de Potter... ayudar a Potter hijo significa ayudar a Potter padre.
-haber Severus... no te estoy preguntando, es una orden. Vas a ayudar a Harry, y no se discute más del tema ¿quedó claro?
Severus... Severus Snape... Quejicus... ¿que hacía Quejicus ahí? James levantó la cabeza del hombro de su mejor amigo, que se había quedado dormido con una mano en su cabeza y la cabeza apoyada en la pared. James retiró con cuidado la mano de Remus de su cabeza, y la puso en su regazo, con cuidado de no despertarlo, porque si sabía que iría a enfrentar a Quejicus, le reprocharía todo el rato, y los reproches de Remus era lo último que James necesitaba en ese minuto. Se levantó de la silla, y empezó a caminar hacia desde donde le llegaba la voz de su enemigo de la infancia, que estaba en el pasillo que quedaba doblando por la derecha del pasillo de Harry. Se asomó por la esquina del pasillo y pudo vislumbrar la alta y majestuosa figura de Albus Dumbledore, que se paseaba de un lado a otro del pasillo, aparentemente enojado, y sentado en una silla frente a el, había una figura de pelo negro grasiento que le caía por la cara, una gran nariz con forma de gancho y una túnica que lo hacía parecer murciélago, ese era, en efecto, Severus Snape. 
James se enfureció, ¿que hacía ese pelo grasiento aquí? ¿porque se suponía que tenía que ayudar a SU hijo? Se decidió a enfrentarlo, y caminó hacia donde estaban las dos figuras. Cuando James se acercó al lugar donde estaba la figura de pelo grasiento, Snape levantó la cabeza y perdió el poco color que tenía en la cara, su peor enemigo, James Potter, estaba parado frente a él. Dumbledore, que no se había dado cuenta de la llegada de James, giró la cabeza y se sorprendió de ver a su ex-alumno ahí, y, además, enojado, ya que su respiración lo delataba. Se acercó enseguida a los dos hombres, que se miraban con odio, y dijo con voz tranquila:
-James cálmate... James cálmate
-¿COMO QUIERE QUE ME CALME? ¿QUE HACE ESTE PELO GRASIENTO AQUI?-gritó James sin poder contenerse. 
-este "pelo grasiento", como tu le dices, viene a salvar la vida de tu hijo.-respondió Dumbledore, con una voz que denotaba molestia.
-¿que va a poder hacer él por mi hijo? Este idiota nunca logró hacer nada en el colegio además de ser el raro que mas sabía artes oscuras. 
-Este "idiota" que tienes frente a ti... es uno de los mejores profesores de pociones que Hogwarts a tenido.
¿QUE? no... no podía ser posible... James era profesor en Hogwarts, y jamás lo había visto en el colegio
-eso no es cierto... yo soy profesor en Hogwarts y jamas lo eh visto ni en el almuerzo, ni en la cena, ni el los pasillos, ni en ninguna parte del castillo.
-es porque Severus se tomó una vacaciones antes de que tu llegaras, y acaba de volver.
-¿¡como puede confiar en el si es un Mortífago!?
-para tu información... ya no soy un Mortífago, Potter.-respondió Snape.
-¿porque será que no te creo?-preguntó James con sarcasmo-¡ah! ya se... ¡porque siempre fuiste el bicho raro del colegio que se volvía loco con la sola mención de las artes oscuras!
-James...-intervino Dumbledore.
-la gente cambia Potter-lo interrumpió Snape- si no me crees... mira a Black. 
James se enfureció mas de lo que estaba, si es que eso era posible. Esa había sido la gota que había rebalsado el vaso. Se lanzó contra Snape, que se había puesto de pie, dispuesto a pegarle, pero alguien le sujetó los brazos por detrás. Giró la cabeza y se encontró con su amigo Remus Lupin, que lo miraba con cara de reproche. 
-James cálmate-dijo.
-¿como quieres que me calme? ¡mira quien esta aquí Lunático, es Quejicus! 
-yo... ya sabía que... que era profesor James, solo que pensé que lo mejor sería que tu te enteraras por tu cuenta.
-¿que?-James forcejeó con Lupin y logró soltarse, pero no se abalanzó contra Snape, sino que enfrentó a su amigo.-¿tu ya sabias... y no me lo dijiste? ¿y también sabías que iba a venir a ayudar a Harry?
Lupin asintió y bajo la cabeza en señal de perdón.
-vaya... que buen amigo...-musitó James- gracias Lunático... que bueno es contar contigo. 
James, no sin antes lanzarle una mirada de puro odio a Snape, se dio media vuelta y se dirigió al otro pasillo en donde estaba antes, el que daba directamente a la habitación de Harry. Al llega a el, se sentó en la silla en la que se había quedado dormido, y miró el suelo, furioso. El podía, perfectamente, salvar a su hijo sin la ayuda de ese grasiento, muchas gracias. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario